Por @CamdelaFu
Había una vez una familia disfuncional llamada Marcotuli. Sandro quien tiene dos hijitas pequeñas. Carlota tenía 7 años y Ara 5 años. Las niñas se estaban quedando con su padre por el fin de semana como parte del contrato del fuerte y temprano divorcio. Su apartamento en la zona caraqueña, Los Palos Grandes, muy elegante había sido atacado por unos asaltantes que, piso por piso, fueron aterrando a los habitantes del edificio.
Se les anunció a la familia Marcotuli acerca del asalto. Ellos con nervios abrieron la puerta a los asaltantes cuando la tocaron con violencia.
Después de vaciar el elegante departamento de los Marcotuli, uno de los asaltantes, vorazmente pregunta dónde está la caja fuerte.
“¡No tenemos caja fuerte!” responde inmediatamente Sandro.
El asaltante con su arma, amenaza al señor de la casa, dejando saber que no le cree.
“¡¿Dónde está la caja fuerte?!” pregunta de nuevo el asaltante, insistiendo en que sí tenía que haber una.
En realidad, no había caja fuerte. Por tercera vez, aún más agresivo, grita el maleante: “¿Dónde está la caja fuerte? Es tu última oportunidad de decirme y si no… ¡me llevo a la chiquitica!”
La tensión se sintió en el padre, que recién amenazado no sabía que hacer.
Al instante, naturalmente la chiquitica responde: “¡Hey! ¿Por qué me vas a llevar a mí? ¡Llevate a mi hermana!”
Los ataques de risa de los asaltantes y de los asaltados fueron tal, que se fueron sin robar casi nada. La ternura y la atrevida inocencia de Ara salvó el día a la familia Marcotuli.